viernes, 28 de marzo de 2008

La agarré en "De garre"


Arantxa, una chica de Irun encantadora que vive en Bruselas como tantos otros españoles exiliados en el parlamento europeo y que nos acogió, nos invitó a su casa y desinteresadamente nos hizo de mecenas (gracias por todo, Arantxa!!!), nos recomendó un bar llamado De garre. Se encuentra en Brujas, en la calle Garre 1, la calle más estrecha de todo Brujas.

La verdad es que no soy muy asidua a seguir las recomendaciones en cuanto a bares y restaurantes, me gusta seguir mi propio instinto y abrazarme a la primera mesa del primer restaurante que me parece que tiene buena pinta, eso sí, no sin antes hechar un vistazo a los precios, no sea que me tenga que quedar
allí a vivir para pagar la cuenta... Pero en esta ocasión actué diferente, nos pusieron los dientes largos. Me explico: nuestra querida anfitriona nos detalló que servían una cerveza de la casa excepcional, con mucha fuerza y sabor agradable al paladar, pero...(y ahí está la cuestión), nos señaló que tubiésemos cuidado, ya que tenía una alta graduación de entre 11º y 14º. Para que os hagáis una idea, la cerveza San Miguel tiene 5º.
-Es más.-añadió Arantxa- No te sirven más de tres cerveza.
El ser humano es débil...y el juerguista lo es más.

Tomamos el tren en gare du midi en dirección a Gante y Brujas. Después de visitar ambas ciudades, que no lo relataré aquí porque ahora no viene a cuento. Lo que sí diré es que, en total acuerdo con Arantxa, Brujas tiene mucha fama como "la Venecia del norte" pero Gante me pareció incluso más bonito. Quizá por ser no tan turística como Brugge, conserva su
carácter más auténtico.

El caso es que haciendo caso omiso a la lluvia, nieve y viento que nos arreciaba a todas horas, y con el croquis dibujado por Arantxa en la mano, nos dirigimos al De Garre, que aunque se trata de un callejón minúsculo y escondido, no es tan difícil de encontrar. Desde la plaza Burg, donde se encuentra el ayuntamiento y donde vimos a un hombre peleándose ridículamente para que el viento no le volara el paraguas, nos encaminamos hacia Grote Markt. Justo antes de llegar a esta plaza y en el lado izquierdo, vimos una puerta de forja abierta y supimos que lo habíamos encontrado. Pasando aquella puerta te encuentras con un callejón de adoquines antiguos e irregulares que serpentean junto a un muro cubierto de líquenes. A la derecha y bastante mal señalizado vimos el cartel de De Garre.
El lugar es pequeño y muy acogedor: mesas de madera, paredes de piedra, olor a bodeguilla mezcla de las diversas cervezas, queso y embutido...Estaba lleno, la gente conversaba tranquilamente al calor de las copas, pero decidimos esperar y probar aquella misteriosa cerveza.

En poco tiempo conseguimos sentarnos y pedir la cerveza de la casa, la cual sirven con un platito de queso o salchichón. Comenzó nuestra cata alegre y distendida, cobijados del viento y la nieve y a merced de las garimbas belgas.

Una...dos rondas...de vez en cuando salíamos a fumar (esta prohibido fumar dentro) y a refrescar nuestros acalorados rostros. Tertuliando discutíamos sobre si el cuadro de Goya la maja desnuda era la duquesa de alba. Sergio, nos apostamos una mariscada y según la Wikipedia, aquí no hay ganador:

...Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de esta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las dos majas, en forma similar a lo ocurrido con la Venus del espejo de Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya...

Que sepas que esta hipótesis es porque debían de tener algún rollete Goya y Cayetana, pero no tiene ningún fundamento. Y antes de que esto parezca aquí hay tomate, prosigo con mi historia.

Tercera...cuarta ronda...sorprendidos la rubia camarera no nos ponía ninguna pega a pesar de haber rebasado el supuesto límite. Notamos que al acercarte a la boca una copa apartada en la mesa y en la que quedaban dos dedos de cerveza ya caliente, el olor era mucho más alcohólico que cualquier otra, casi de licor.

Mis fotografías iban variando paulatinamente (no sé si esta palabra viene de la cerveza alemana Paulaner...):

  • Con la primera ronda nos hacíamos fotos nosotros mismos.
  • Con la segunda también entre nosotros pero haciendo el mongolo.
  • A la tercera hacia furtivamente fotos a nuestros vecinos de mesa.
  • En la cuarta y quinta estaba más tiempo de pie que sentada, parecía el fotógrafo de una boda y aparecían en mis fotos todo tipo de fauna, a la vez que escribía en servilletas la dirección de mi blog para que pudieran verlas (vergonzoso).
  • Siento mucho que estas fotos nos las haya podido colgar hasta ahora, me da pena pensar que todos aquellos belgas han intentado frustradamente ver su careto en internet. Sé lo que digo: durante los días posteriores a nuestro viaje he tenido muchas visitas de los Países bajos...

    La quinta ronda llegó entre risas, tropezones por la escalera para fumar y jolgorio. Como en muchas ocasiones, a pesar de que crees estar manteniendo la compostura, estoy segura de que nuestro tono de voz fue aumentando a la par que nuestros coloretes, porque cuando intentamos pedir la sexta ronda, la sonriente pero firme camarera nos dijo que no.

    De modo que desvelamos el secreto: en realidad no tienen un límite de cervezas porque se trate de una cerveza casera que quieran dar a probar a todo el mundo (eso fue lo que dedujimos), si no que, en función del pedo que lleve el personal, ellos mismos deciden seguir sirviendo o cortar el grifo, y nunca mejor dicho. Ahora que lo pienso, a nadie de nosotros se le ocurrió preguntar el porque de su negativa a servir más. No sé...podíamos haber disimulado un poco para poder oír de los labios de una camarera belga:

    -No os sirvo más porque estáis muy borrachos.- Bueno...pero en inglés.

    Como podéis apreciar en la foto, Ziortza (alias Zortzi) se encontró cincuenta eurazos en el suelo que hizo que la cuenta de unos 70€ más o menos, no me acuerdo muy bien, nos pareciese moco de pavo. Cada cerveza costaba 3€ pero os puedo asegurar y, sobre todo a los más cerveceros, que merece la pena.

    Continuando con la historia, y como no nos servían más de aquella cerveza, pedimos otra cualquiera, ya que a esas alturas no estábamos para degustar brebajes. Y, para no alargarme más, la historia termina haciendo calvos en el tren de vuelta a Bruselas y unas cuantas tonterías y cervezas de lata más de las que por supuesto no colgaré fotos si no quiero que me cuelguen. Un dato más: maravillosa cerveza, apenas deja resaca.

    Pues solo me queda invitaros a ver nuestro vídeo:

    Moraleja: Ten cuidado y no la agarres en De Garre.

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